La delicadeza del nado sincronizado contrasta con la rudeza y exigencia del deporte del que se enamoró desde niña y por el que ahora busca el podio de Guadalajara 2011
GUADALAJARA, JALISCO (26/JUL/2011).- Mariana Cifuentes conserva en sus ojos la armonía del nado sincronizado: habla con una voz dulce que parece llevar la melodía de una canción bajo el agua en la que se desenvuelve su espigada figura de 1.67 metros, con apenas 51 kilogramos de músculos.
Cuando se le observa fuera del agua, es difícil colgarle etiquetas con las palabras sacrificio, esfuerzo o disciplina, pero basta una zambullida para darse cuenta de lo que representa el nado sincronizado en su vida: una disciplina tan delicada como exigente, tan dulce como sufrida, tan apasionante como para robarle a una niña las ilusiones de jugar con sus amigas para dedicarse por completo al deporte.
“El deporte llegó a mi vida por la familia, que iba mucho al club. Una cosa llevó a la otra: las clases de natación se convirtieron en algo que ya no me gustaba tanto y, cuando conocí el nado sincronizado, la música, las rutinas, la posibilidad de combinar la danza con el agua, me pareció algo muy mágico y me quedé”.
Esa historia comenzó hace más de 15 años, cuando Mariana Cifuentes, hoy de 24 años, era una infante que nunca imaginó la posibilidad de competencia hasta qu fue llamada a la selección Jalisco.
“Me gustaban las rutinas, el baile, lo que hacíamos también para complementar: ballet o clases de música, pero, cuando llegaron las competencias, me ponía muy nerviosa, quería sólo ser parte del equipo, pero poco a poco me fui acostumbrando y después no podía dejar de entrenar”.
Las clases de nado sincronizado, que comenzaron por periodos semanales, se fueron complementando con actividad diaria hasta consumir la mayor parte de sus tardes, prácticamente los siete días de la semana.
“El nado sincronizado es muy exigente: no puedes dejar un día o dos porque pierdes la condición; así, poco a poco hice amigas también en el equipo; los viajes y el representar a tu país hicieron que me quedara”.
La nadadora fue una de las primeras de Jalisco que se metió a la competencia de un equipo nacional que hasta los primeros años de este siglo era dominado por las nadadoras del IMSS, el Estado de México y el Distrito Federal: “Todo estaba concentrado prácticamente en la capital. Teníamos la posibilidad de estar en el equipo nacional pero sólo estando con ellas. Así fue como, en la primera concentración a la que fui llamada, mi familia me respaldó mucho para tomar la decisión de quedarme a radicar en la capital”.
La figura de Mariana Cifuentes era la de una niña, comparada con las seleccionadas nacionales mayores que, para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, incluían a representantes mayores de 25 años. Cifuentes, todavía en su etapa de juvenil , competía, trabajaba y entrenaba con las mayores. Sus primeros resultados de su esfuerzo se vieron reflejados como integrante del equipo mayor que en 2007 compitió en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro.
“Los Juegos Centroamericanos, tanto de categoría como de mayores, fueron parte del proceso, pero ya estar en una competencia de Panamericanos, donde están potencias no sólo de América sino del mundo, te da una perspectiva de lo que te falta por trabajar y cómo asimilar las cosas para llegar más alto”.
La competencia aumentó y, al mismo tiempo que Mariana Cifuentes pasaba cada vez periodos más largos fuera de casa, construía unos pulmones que le daban una enorme resistencia bajo el agua y una fortaleza muscular que dista de su espigada figura, con la que le es posible pasar lo que parece una eternidad bajo el agua mientras transforma sus piernas en figuras competitivas, o alzar medio cuerpo fuera del agua por minutos, como si no hubiera bajo ella más pista que la transparencia de las fosas olímpicas.
Después de su participación en Río de Janeiro, llegó para Mariana Cifuentes el sueño por el que todo deportista entrena: representar a México en unos Juegos Olímpicos.
En 2008, haciendo dupla con la experimentada Blanca Delgado, representó a México en el dueto de Beijing 2008, en el que finalizó en la posición 17 luego de la ronda preliminar de rutina libre y el 19 de la rutina técnica.
En 2009 llevó a México a las finales del Campeonato Mundial de Natación, con un lugar 14 que le valió su ingreso a Compromiso Integral de México con sus Atletas (CIMA), que a partir de esa fecha becó la posibilidad de tener a una dupla medallista en los próximos Juegos Panamericanos.
La ruta que se ha trazado la jalisciense —quien comenzó en el club Guadalajara como parte de su equipo de nado sincronizado y quien cambió los colores locales por los de la selección nacional desde que era juvenil— tuvo como escala de sus metas panamericanas y olímpicas de 2011 y 2012 el Campeonato Mundial de Natación, que concluye esta semana en Shangahi, China, y en donde recientemente el equipo de nado sincronizado alcanzó la final tras superar a Brasil, uno de sus más grandes rivales del continente.
“Es una disciplina de mucha fortaleza, de resistencia. Con la música y las rutinas, a veces se olvidan de eso cuando la ven, pero todas trabajamos mucho, jornadas de hasta ocho o 10 horas, lo que requiera de acuerdo a la etapa de competencia. Me he acostumbrado al día a día, pero sobre todo he encontrado motivaciones como la de estar representando a mi país y poder asistir a unos Juegos Olímpicos, o competir en los próximos Juegos Panamericanos en mi ciudad, y esas motivaciones me hacen el día a día más ligero”.
Fuente; http://www.informador.com.mx/panamericanos/2011/309837/6/mariana-cifuentes-una-sirena-de-guadalajara.htm
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