El cumplido no es gratuito, ya que sus reconocimientos les avalan. «En nuestro primer campeonato quedamos campeonas regionales, y en el Nacional obtuvimos una medalla de bronce con una niña de 2000, Cristina Ortega. Esta temporada hemos logrado el campeonato regional, tanto individual, con Lydia Martín, como en colectivo; además de lograr el subcampeonato de España con la propia Lydia Martín, y bronce de Mariam Armas en su edad (2001)», comenta Hiurma Peña con un brillo especial en los ojos que relata fiel implicación, de manera altruista, al club.
Grancamar posee en la actualidad sincronistas de todas las categorías: alevines, infantiles, júnior y absolutas, además de la escuela de noveles (a partir de los cinco años), dirigidas por Alba González, campeona de España e internacional en su día. Todas ellas (40 en total) se entrenan a diario en un hueco de la piscina cedida por el Cabildo de la Ciudad Deportiva Martín Freire.
«Aparte de sincronistas también éramos entrenadoras en otro club. Teníamos ya una experiencia para llevar un equipo de competición y veíamos que allí no podíamos crecer como entrenadoras. Por eso decidimos desvincularnos», relatan.
Y no se equivocaron Hiurma y Lorena. «Nuestro objetivo es el formar a las niñas en un deporte que para nosotras es precioso y nos encanta, educarlas como personas y crear un grupo humano, sin dejar de lado, siempre que sea posible, ser competitivas», pregonan como filosofía de un Grancamar en pleno proceso de sincronización de un gran futuro.
Gran apoyo familiar. Sobrevive el club gracias a la aportación mensual de las niñas y las, más bien pocas aunque agradecidas, subvenciones. Tampoco poseen piscina propia. La familia es su principal apoyo: «Queremos darles las gracias especialmente a los padres de las nadadoras y a nuestras propias familia porque desde un principio apostaron por nosotras», destacan.
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