Esta madrileña de 28 años (22 de octubre de 1982) llegó a Avilés al inicio de la temporada para hacerse cargo de la dirección técnica del Club Natación Pedro Menéndez. A la vez que intenta darle un impulso a la sincronizada avilesina, es entrenadora de la selección junior de Suiza, profesora de entrenadores de la Real Federación Española de Natación y trabajó en la federación lusa. Toda su familia se dedica al deporte, y ella misma es una apasionada del surf y el snowboard, por lo que ha fijado su residencia en Salinas, un paraíso para ella. Actualmente cursa un doctorado de Ciencias de Alto Rendimiento Deportivo, supervisado por Fernando Navarro, y es entrenadora superior de natación sincronizada con cinco años de trabajo en el Real Canoe de Madrid.
-¿De dónde le viene la pasión por la natación sincronizada?
-Toda mi familia se dedica al deporte, mis padres eran internacionales de voleibol, deporte al que se dedicó mi tío, mientras que mi tía Isabel Mendizábal lo hace con la gimnasia rítmica, teniendo cierta notoriedad en los medios nacionales. Otro tío se dedicó a la esgrima y mis hermanos juegan al fútbol. Y yo, a los ocho meses, antes de aprender a andar ya buceaba. A los 4 años estaba viendo una película de Esther Williams con mi padre y le dije: 'yo me quiero dedicar a esto'. Unos años más tarde entré en el Canoe.
-¿Como nadadora tenía nivel?
-Obtuve resultados normales a nivel nacional. En mi defensa debo decir que en la sincro el físico cuenta mucho y mis piernas no son muy largas. Al llegar a categoría absoluta, como la mayoría, lo acabé dejando. No quería dejar el deporte, así que pasé a jugar en waterpolo con el club La Concepción. Estuve dos años en Primera Nacional y dos más en División de Honor.
-¿Cómo llega a ser entrenadora de natación sincronizada?
-Una vez que estaba haciendo INEF me ofreció entrenar el Club Sincro Retiro, y un año más tarde ya desarrollé mi carrera en el Canoe.
-¿Y lo de venir a Avilés?
-Tengo una pequeña adicción al surf y al snow, y tras estar un año en Australia y otro en Suiza quería venir a vivir en España, pero a un sitio con mar. Vivo en Salinas y es un lujo levantarte y ver el mar. Al Pedro Menéndez lo conocía de cuando yo competía, sabía que necesitaban una directora técnica y les llamé yo. Han hecho un esfuerzo importante para que viniera, lo que agradezco enormemente. Es una de las mejores decisiones que he tomado en mucho tiempo. Estoy muy contenta con los asturianos, son gente muy maja.
-¿Cómo se ha encontrado el club a nivel interno y deportivo?
-Lo primero, todos tienen muchas ganas, tanto los directivos como las niñas. Están abiertos a nuevas propuestas, al cambio, pero también les he notado un poco asustados. Hemos lidiado con problemas de horarios en los entrenamientos, pero todo se va normalizando. En cuanto a las niñas, tengo una idea un poco contradictoria. Por un lado hay chicas con mucha calidad, pero hay otras muy poco trabajadas. Estoy incidiendo en hacer equipo, minimizar las diferencias y que progresen todas, formar un bloque.
-¿Cuál es el principal objetivo que se marca en su primer año?
-Mejorar los resultados del año pasado y procurar que las chicas que tienen opciones, que a mi entender son Raquel y Sara Sanjuán, entren en la selección, y dar un fuerte impulso a los conocimientos de las entrenadoras para que la base de entrenamientos sea mejor.
-¿Qué método de trabajo quiere inculcar en Avilés?
-Un sistema de pirámide. Todo se basa en conseguir una base recreativa con un pico de alta competición. Para ello se necesitan entrenadoras motivadas, con una buena formación y emplear la economización del tiempo, que el tiempo que se trabaje haya intensidad, tanto en las niñas como los técnicos.
-¿Cuáles son sus mejores recuerdos como técnico de sincronizada?
-Por un lado, los resultados obtenidos con Suiza en el Mundial junior. Quedamos décimas y ganamos a España en figuras. Me quedo con el cariño de niñas y padres, con la parte humana del deporte.
-¿Se puede vivir de este deporte?
-Actualmente la sincro está en auge gracias a Mengual y su grupo, lo que es una suerte. Quizás para vivir sólo de esto no, pero se puede compaginar con un trabajo perfectamente.
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